Cuando la adicción toca a nuestra puerta, no viene sola. Trae consigo un vendaval de emociones, conflictos y preguntas sin respuesta. Y en medio de ese torbellino, la familia y los amigos suelen quedar atrapados en un segundo plano. Pero la adicción no solo afecta a la persona adicta, sino también a todo su entorno familiar. Si uno de sus miembros lucha contra una adicción, en la familia se desencadenan una serie de síntomas emocionales, mentales, sociales y conductuales. En este viaje, la familia desempeña un papel crucial en la rehabilitación de los trastornos comportamentales.
Efecto en el sistema familiar: La adicción no es un asunto aislado. En la lucha contra una adicción, todo el sistema familiar se ve afectado. Las emociones se agitan, las relaciones se tensan y la dinámica cotidiana cambia. Además, algunos miembros pueden sentirse impotentes, preocupados o incluso culpables.
Estigma social y silencio emocional: La vergüenza y el miedo al juicio pueden hacer que la familia se retraiga en sí misma. A veces también puede ocurrir que, para proteger al adicto, se establece un “silencio emocional”. Las palabras no se pronuncian, las lágrimas se tragan y los sentimientos se esconden. Pero ese silencio puede ser tan doloroso como el problema mismo. La familia necesita encontrar formas de romper ese silencio, de hablar con compasión y de buscar soluciones juntos.
Conflictos y roles invertidos: Con la aparición de la adicción, la familia se convierte en un escenario de luchas internas y desafíos. Algunos miembros pueden querer expulsar al adicto, mientras que otros buscan excusas y encubren las consecuencias. Incluso, los roles tradicionales también pueden volverse del revés. Los hijos pueden desempeñar el papel de padres y asumir responsabilidades que no les corresponden.»
Las familias, frente a la adicción se ven atrapadas en un torbellino emocional. Cada miembro experimenta una montaña rusa de sentimientos, desde la preocupación y el miedo hasta la frustración o la ira, transformando su paisaje emocional, y sintiéndose:
Desorientadas y perdidas: Las familias se encuentran desorientadas, sin comprender cómo han llegado a esa situación. A veces, ni siquiera son conscientes de lo que está sucediendo. Las preguntas se acumulan: “¿Cómo llegamos aquí? ¿Qué hicimos mal?”
Asustadas y angustiadas: La falta de control sobre la situación genera ansiedad. El miedo se instala en los rincones de la casa. La incertidumbre se convierte en una compañera constante.
Culpabilizadas: La culpa se posa sobre los hombros de los familiares. “¿Deberíamos haber hecho algo diferente? ¿Fallamos en proteger a nuestro ser querido?” La adicción no es culpa de nadie, pero el peso de la responsabilidad a menudo recae sobre los hombros de quienes su único error es sentir afecto hacia el adicto/a.
Desdibujadas: Los roles familiares se vuelven difusos. Los hijos desempeñan el papel protector de los padres, los hermanos asumen responsabilidades que no les corresponden. Los límites se desdibujan, y los patrones familiares se reemplazan o barajan. La familia se convierte en entorno en constante cambio.
Comunicación Abierta: Hablar sobre el trastorno y buscar apoyo mutuo es fundamental. La adicción puede ser un tema delicado, pero compartir experiencias y sentimientos puede aliviar la carga emocional. No tengas miedo de expresar tus preocupaciones y escuchar a los demás. La comunicación abierta fomenta la comprensión y la empatía.
Educación y Conciencia: Aprender sobre las adicciones comportamentales y cómo pueden afectar a la persona es esencial. La información te ayudará a comprender mejor los síntomas, los desencadenantes y las posibles estrategias de manejo.
Participa: Involúcrate en el proceso terapéutico de tu ser querido. Asiste a sesiones de terapia familiar si es posible. Estas sesiones proporcionan un espacio seguro para discutir los desafíos, las metas y las estrategias de recuperación.
Busca ayuda profesional: El apoyo profesional es crucial para comprender la dinámica familiar y abordar los problemas específicos relacionados con la adicción. Los terapeutas pueden ofrecer herramientas prácticas para lidiar con situaciones difíciles y ayudar a la familia a mantenerse unida durante el proceso de recuperación.
La atención y orientación adecuadas son esenciales. Comprender y aceptar la adicción dentro del sistema familiar puede ser el impulso necesario para lograr una recuperación y superación efectiva del problema. La adicción no tiene que ser un camino solitario; hay manos dispuestas a sostener las tuyas mientras atraviesas este desafío.
Si sospechas o detectas un problema de juego, compras compulsivas u otras conductas adictivas en tu familia, es crucial buscar ayuda profesional lo más pronto posible. No debes tener miedo ni vergüenza. Es muy importante destacar la relevancia del apoyo familiar en el proceso de rehabilitación de la persona que padece un trastorno adictivo. Sin este apoyo familiar, la rehabilitación a menudo resultaría casi imposible.
Si eres familiar de alguien que lucha contra un trastorno adictivo de conducta, tú también necesitas ayuda y asesoramiento, quizás tanto o más que la persona que padece la adicción. Los familiares de personas con adicciones suelen experimentar ansiedad, depresión, incertidumbre, aislamiento y desconocimiento del problema. Es comprensible; enfrentar la adicción de un ser querido puede ser abrumador y desgarrador. Pero no estás solo en este camino.
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